jueves, 29 de mayo de 2008

Boletin parroquial 009

Boletin Parroquial N. 009
IX semana del Tiempo Ordinario
Mayo - junio 2008


Sagrado Corazón de Jesús
Devoción para Junio

La difusión de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús se debe a santa Margarita de Alacoque a quien Jesús se le apareció con estas palabras: "Mira este corazón mío, que a pesar de consumirse en amor abrasador por los hombres, no recibe de los cristianos otra cosa que sacrilegio, desprecio, indiferencia e ingratitud, aún en el mismo sacramento de mi amor. Pero lo que traspasa mi Corazón más desgarradamente es que estos insultos los recibo de personas consagradas especialmente a mi servicio."
He aquí algunas de las promesas que hizo Jesús a Santa Margarita, y por medio de ella a todos los devotos de su Sagrado Corazón:
1. Les daré todas las gracias necesarias a su estado.
2. Pondré paz en sus familias.
3. Les consolaré en sus penas.
4. Seré su refugio seguro durante la vida, y, sobre todo, en la hora de la muerte.
5. Derramaré abundantes bendiciones sobre todas sus empresas.
6. Bendeciré las casas en que la imagen de mi Corazón sea expuesta y venerada.
7. Daré a los sacerdotes el talento de mover los corazones más empedernidos.
8. Las personas que propaguen esta devoción tendrán su nombre escrito en mi Corazón, y jamás será borrado de El.
La Santa Misa


Preparación para la Santa Misa.

Vivir la Santa Misa, exige de nosotros el prepararse bien. A esto puede ayudar pequeños detalle como: leer antes las lecturas de la misa; llegar unos minutos antes de que comience la celebración para ponernos en presencia de Dios y poder participar plena, activa y conscientemente en la celebración. Evitar la prisas, nada de carreras, planear muy bien el tiempo. Llevar muchas intensiones a la Santa Misa, hay mucho por que pedir a Dios. Y cuantas veces lo necesitemos acudir al sacramento de la Confesión.

¿Has pensado en alguna ocasión cómo te prepararías para recibir al Señor, si se pudiera comulgar una sola vez en la vida? (Forja, 828).


Para prepararte puedes rezar:


Oh Señor, concédenos poder participar con amor vivo, atención y piedad de esta Santa Misa que te ofrecemos, primero, para adorarte y agradecerte todos los beneficios que nos has hecho; segundo, para pedirte perdón de nuestros pecados y los de todos los hombres; tercero, para suplicarte las gracias que nos son necesarias para este día.
Te ofrezco en particular esta Santa Misa de hoy para...(se expresa la intención especial)
Concédenos, Señor, asistir a esta Santa Misa con los mismos sentimientos de amor y piedad de tu Madre Santísima al pie de la Cruz. Con el espíritu y fervor de los Santos en el Altar. Así sea.
Madre de piedad y de misericordia, aunque soy un pecador confío en ti con todo mi corazón; y acudo a tu piedad para que, así como estuviste junto a tu Hijo, clavado en la Cruz, también te dignes estar junto a todos los sacerdotes que aquí y en toda la Iglesia van a celebrar hoy, para que ayudados con tu gracia, ofrezcamos una hostia digna y aceptable a la Santísima Trinidad. Amén.

DISCURSO DE SU SANTIDAD BENEDICTO XVI CON LOS MIEMBROS DE LA ASAMBLEA GENERAL DE LAS NACIONES UNIDAS (I)




"A través de las Naciones Unidas, los Estados han establecido objetivos universales que, aunque no coincidan con el bien común total de la familia humana, representan sin duda una parte fundamental de este mismo bien. Los principios fundacionales de la Organización –el deseo de la paz, la búsqueda de la justicia, el respeto de la dignidad de la persona, la cooperación y la asistencia humanitaria– expresan las justas aspiraciones del espíritu humano y constituyen los ideales que deberían estar subyacentes en las relaciones internacionales.
Como mis predecesores Pablo VI y Juan Pablo II han hecho notar desde esta misma tribuna, se trata de cuestiones que la Iglesia Católica y la Santa Sede siguen con atención e interés, pues ven en vuestra actividad un ejemplo de cómo los problemas y conflictos relativos a la comunidad mundial pueden estar sujetos a una reglamentación común. Las Naciones Unidas encarnan la aspiración a “un grado superior de ordenamiento internacional” (Juan Pablo II, Sollicitudo rei socialis, 43), inspirado y gobernado por el principio de subsidiaridad y, por tanto, capaz de responder a las demandas de la familia humana mediante reglas internacionales vinculantes y estructuras capaces de armonizar el desarrollo cotidiano de la vida de los pueblos. Esto es más necesario aún en un tiempo en el que experimentamos la manifiesta paradoja de un consenso multilateral que sigue padeciendo una crisis a causa de su subordinación a las decisiones de unos pocos, mientras que los problemas del mundo exigen intervenciones conjuntas por parte de la comunidad internacional.
Ciertamente, cuestiones de seguridad, los objetivos del desarrollo, la reducción de las desigualdades locales y globales, la protección del entorno, de los recursos y del clima, requieren que todos los responsables internacionales actúen conjuntamente y demuestren una disponibilidad para actuar de buena fe, respetando la ley y promoviendo la solidaridad con las regiones más débiles del planeta. Pienso particularmente en aquellos Países de África y de otras partes del mundo que permanecen al margen de un auténtico desarrollo integral, y corren por tanto el riesgo de experimentar sólo los efectos negativos de la globalización. En el contexto de las relaciones internacionales, es necesario reconocer el papel superior que desempeñan las reglas y las estructuras intrínsecamente ordenadas a promover el bien común y, por tanto, a defender la libertad humana. Dichas reglas no limitan la libertad. Por el contrario, la promueven cuando prohíben comportamientos y actos que van contra el bien común, obstaculizan su realización efectiva y, por tanto, comprometen la dignidad de toda persona humana. En nombre de la libertad debe haber una correlación entre derechos y deberes, por la cual cada persona está llamada a asumir la responsabilidad de sus opciones, tomadas al entrar en relación con los otros. Aquí, nuestro pensamiento se dirige al modo en que a veces se han aplicado los resultados de los descubrimientos de la investigación científica y tecnológica.
No obstante los enormes beneficios que la humanidad puede recabar de ellos, algunos aspectos de dicha aplicación representan una clara violación del orden de la creación, hasta el punto en que no solamente se contradice el carácter sagrado de la vida, sino que la persona humana misma y la familia se ven despojadas de su identidad natural. Del mismo modo, la acción internacional dirigida a preservar el entorno y a proteger las diversas formas de vida sobre la tierra no ha de garantizar solamente un empleo racional de la tecnología y de la ciencia, sino que debe redescubrir también la auténtica imagen de la creación. Esto nunca requiere optar entre ciencia y ética: se trata más bien de adoptar un método científico que respete realmente los imperativos éticos"
+ Abril, 2008


La Buena nueva de Nuestro Señor Jesucristo.
Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, viernes 30 de Mayo 2008

Evangelio según Mateo 11, 25-30

comentario:

Se ha elegido este pasaje del evangelio de san Mateo, por las cualidades de corazón que en él se atribuye Jesús a sí mismo: "Soy manso y humilde de corazón". No resulta sencillo el significado de estas palabras y es indispensable restablecer esta frase en un conjunto. Jesús les propone a sus oyentes que aprendan de él. Lo que enseña es llevadero. Se recuerda la actitud de los escribas y de los fariseos a los que ya estigmatizaba Jesús cuando les señalaba, diciendo: "Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros" (Mt 23, 4). Jesús se dirige a los que andan afligidos bajo el peso de la carga. Rebosa solicitud con los abrumados por el peso de las observancias judías. Lo que él impone a sus discípulos es un yugo fácil de llevar y una carga ligera. Jesús es manso y humilde de corazón y no agobia a quienes se confían a él como a un Maestro.
No quiere decir esto que el género de vida que va a pedir a sus discípulos no sea exigente. También habrá que someterse a un yugo, el mismo yugo de Cristo; pero ese yugo, aun siéndolo, es fácil de llevar no porque se reduzca a unas observancias, sino por ser el yugo del servicio a otro con amor.
De este pasaje no debería sacarse conclusiones apresuradas, como si Cristo no tomara en serio la vida de la comunidad que él funda y como si sorprendiera a sus discípulos embarcándolos en una aventura que él les describe como fácil, cuando en realidad es dura. Hay exigencias que pueden ser abrumadoras, como algunas observancias meticulosas y legalistas que no desembocan en un progreso de la caridad y de la solicitud por los demás. Jesús manso y humilde de corazón, que no apaga la mecha humeante (Mt 12, 19-20), que presenta a un Dios que quiere misericordia y no sacrificios (Mt 9, 13; 12, 7), ofrece a los que son sus discípulos seguirle por el camino del amor. Entonces encontrarán descanso.
Mercaba.org
IX domingo del tiempo ordinario, 01-junio

Evangelio según San Mateo 7,21-27.

Comentario:
La respuesta que Jesús espera de sus discípulos no tiene que ver nada con las "fórmulas" y la simple confesión de boca, nada con los rezos rutinarios y el tráfico de un culto vacío. Lo que Jesús espera es que respondamos cumpliendo la voluntad del Padre, que esto es lo que ha venido a enseñarnos. El es el Maestro; no un maestro que enseña "verdades" y simple teoría, sino el Maestro que se compromete y nos compromete en la "praxis". El es el Maestro y el método, el camino; él es también la Verdad hecha carne. Jesús ha venido al mundo para cumplir la voluntad del Padre, y esto es lo que espera de nosotros y lo que debemos hacer si queremos entrar con él en el reinado de Dios.

Notemos cómo en estas palabras se expresa muy bien la conciencia que tiene Jesús de sí mismo: llama "mi Padre" a Dios, denotando la relación especialísima e incomunicable que le une con el Padre (Jesús, que nos enseñó a invocar a Dios diciendo "Padre nuestro", nunca invocó él mismo a Dios de esta manera); se hace llamar a sí mismo "Señor", y anuncia que ha de juzgar a los hombres al fin de los tiempos.

La alusión al juicio final nos recuerda que este juicio versará sobre el amor al prójimo (Mt 19, 31-46). Aquel día ni siquiera valdrá nada el haber hecho milagros en nombre de Jesús. Lo que hay que hacer en su nombre es amar al prójimo; esto es lo único que se tendrá en cuenta y lo que Jesús quiere de sus discípulos.

Estas dos breves parábolas son también una llamada a la "praxis", pues sólo en la vida adquiere solidez la doctrina. Por eso, el que escucha y no practica, edifica sobre arena; su existencia se apoya en la debilidad humana. Pero el que escucha el evangelio y lo pone en práctica, construye su vida sobre la roca, sobre la "roca de salvación" que es el mismo Dios. La fe es algo mucho más serio que la retención teórica de unas verdades; es una vida fundada siempre en la Verdad. Así, con estas parábolas, concluye el llamado Sermón de la Montaña

EUCARISTÍA 1975/34

Sabios consejos para los jóvenes



El día 19 de abril de este año, cuando se cumplía el tercer aniversario del inicio de su pontificado, el Papa Benedicto XVI, mantenía un caluroso encuentro con los jóvenes y seminaristas de la ciudad de Nueva York, y le daba estos sabios consejos:

1- El primer consejo es el silencio que nos abre a la comunicación con Dios en un “tú a tú”. El Papa anima a los jóvenes a perder el miedo al silencio. Posiblemente, el sobre-exceso de ruido en el que estamos inmersos, esconde el temor del hombre a la soledad y al silencio. Y, sin embargo, el silencio no es signo de incomunicación, sino todo lo contrario: la sal de la palabra es el silencio. Frente a una tendencia a reducir nuestra vida espiritual a una relación esporádica con Cristo, Benedicto XVI propone a los jóvenes el ideal de una amistad íntima, fiel y perseverante.


2- En segundo lugar, el Papa recomienda a los jóvenes la vivencia intensa de la liturgia. Frente al tópico generalizado de que la liturgia es un lenguaje ininteligible para los jóvenes, les invita a adentrarse en ese misterio de unión entre el cielo y la tierra. Es importantísimo educar a los jóvenes en el lenguaje litúrgico, de modo que puedan llegar a percibir que “cada vez que los sacramentos son celebrados, Jesús interviene de nuevo en nuestra historia”.

3- El tercer consejo es la práctica de la caridad. En efecto, no nos poseemos en propiedad, y nuestra vida carece de sentido si no es para ejercitarse en actos de amor concretos y eficaces. Por ello, el Papa invita a los jóvenes a estar atentos a las nuevas formas de pobreza que están surgiendo… Lo cierto es que nuestra felicidad pasa, necesariamente, por hacer felices a los demás.

4- Y, finalmente, Benedicto XVI invitaba a los jóvenes a estar abiertos a la vocación. Fue una gozada comprobar la confianza y la libertad sin complejos con que se dirigió a los jóvenes para decirles: “Si no lo habéis hecho, planteaos seriamente si el Señor os pide seguirle de un modo radical en el ministerio sacerdotal o en la vida consagrada”. Con esa misma confianza, se despedía de ellos invitándoles a participar este verano en la Jornada Mundial de la Juventud... Pero de eso hablaremos otro día.
Benedicto XVI
Editor: P. Edwin H.M.